domingo, 10 de noviembre de 2013

Indumentarias


Me he llegado a este camino de concesiones prohibitivas
por intentar grabar mi estrella en el paseo de la fama.
He ocultado el Sol en una esquina
y he enterrado, en un frasco de cristal, el número premiado.


En la selva urbana
los maniquíes agonizan tras los escaparates
y los pisos vacíos lloran la nostalgia
del frenesí,
de las voraces fauces del mercado
y su implacable dictadura.


Leo periódicos que preconizan catástrofes en diferido
y veo a perdedores romper filas ante escuadrones de obscena indumentaria.


A pesar de todo
el amor se destila en gotas diminutas
que no se encuentran en los estantes de centros comerciales, perfumerías y multinacionales.


Cuando viene el frío me pregunto
¿Por qué seguimos luchando?
Cuando cae la noche pienso
¿Por qué seguimos despiertos?


La respuesta es una fina lluvia que anega, silenciosa, la sombra de nuestros pasos.


Dios o el dinero.


No puede ser.




Nosotros servimos a una causa más elevada.





(Fotografía: Samuel Aranda.http://www.samuelaranda.net/) 

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