jueves, 17 de agosto de 2017

Ropa tendida




Despiertas antes que yo
y me dices
que ha pasado la tormenta, amor
y a mí se me hace raro
ahora que la lluvia no es más que un recuerdo, ese olor
que llevo puesto en la infancia
cuando paseaba con mi abuelo por la mañana
buscando caracoles en la tierra mojada.

Y ahora se me hace raro
despertarme tarde y dejar entrar el sol
por la ventana, por la terraza, por el balcón
con esa luz mediterránea
que nunca pide y siempre se da
(quienes saben la comparan con la brisa de ese Dios que viene de fuera).

Y dices que si logramos esperar un poco más
será porque merece la pena
todo lo que está por llegar.

Yo he viajado, he escuchado, he contemplado
y puedo asegurarte, amor,
que he presenciado ese florecer de la vida
detrás/a pesar de las alambradas, los muros y las verjas.

(Ese florecer
que nos llama
desde el fondo de la escena
como un reclamo salvaje
de primavera)

Te he visto llegar, a lo lejos,
bajo esos rayos que se cuelan
entre la ropa
que hemos puesto a secar al sol.

Y hay un olor a comida recién hecha
y partituras revueltas sobre el piano.
Y entre valses, preludios y una invención a medias
creo que si madrugo
aún me queda tinta y tiempo, corazón.

Y si tú llegas 

temprano

te diré
que aún me queda tinta y tiempo,
que aún me quedan 

oberturas
para el sueño

de esta noche de verano.








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