Despiertas antes
que yo
y me dices
que ha pasado la
tormenta, amor
y a mí se me hace
raro
ahora que la
lluvia no es más que un recuerdo, ese olor
que llevo puesto
en la infancia
cuando paseaba con
mi abuelo por la mañana
buscando caracoles
en la tierra mojada.
Y ahora se me hace
raro
despertarme tarde
y dejar entrar el sol
por la ventana,
por la terraza, por el balcón
con esa luz
mediterránea
que nunca pide y
siempre se da
(quienes saben la
comparan con la brisa de ese Dios que viene de fuera).
Y dices que si
logramos esperar un poco más
será porque merece
la pena
todo lo que está
por llegar.
Yo he viajado, he
escuchado, he contemplado
y puedo
asegurarte, amor,
que he presenciado
ese florecer de la vida
detrás/a pesar de
las alambradas, los muros y las verjas.
(Ese florecer
que nos llama
desde el fondo de
la escena
como un reclamo
salvaje
de primavera)
Te he visto
llegar, a lo lejos,
bajo esos rayos
que se cuelan
entre la ropa
que hemos puesto a
secar al sol.
Y hay un olor a
comida recién hecha
y partituras
revueltas sobre el piano.
Y entre valses,
preludios y una invención a medias
creo que si
madrugo
aún me queda tinta y tiempo, corazón.
Y si tú llegas
temprano
te diré
que aún me queda tinta y tiempo,
que aún me quedan
oberturas
Y si tú llegas
temprano
te diré
que aún me quedan
oberturas
para el sueño
de esta noche de
verano.
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